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La fiesta de la esperanza

 
 
 









Por Delfina Demonte

A pesar de la lluvia, la comunidad se unió para celebrar a San Ramón Nonato

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La festividad del 31 de agosto reunió a fieles de todas las edades, con misas que celebran la vida y la esperanza, y bendiciones especiales para quienes sueñan con ser padres.

​San Ramón Nonato volvió a reunir a multitudes para celebrar la vida en todas sus formas. A pesar de la tormenta de Santa Rosa, el templo permaneció lleno durante ocho horas, con fieles que llegaban empapados y con paraguas. Cinco misas marcaron el pulso de la fiesta: la del barrio, la de los mensajeros de la vida, la dedicada a obstetras y parteras, la de las familias y, al caer la noche, la última celebración que reunió a todos bajo una misma consigna: pedir por la vida.

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Cada día de la novena en honor a San Ramón congregó a más de 50 fieles, unidos en oración y devoción.
Foto: D.D
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A las 9 comenzó la primera misa, dedicada especialmente al barrio. Algunos fieles se acomodaban aún con paraguas y capas impermeables cuando Monseñor Pedro Canavó, obispo auxiliar de Buenos Aires, saludó: “¡Feliz San Ramón!”. Cerca de cincuenta personas, entre familias, embarazadas y madres con bebés en brazos, se acomodaron en los bancos adornados con estampitas y folletos que repetían un lema claro: “Junto a San Ramón abrazamos la esperanza”. El santuario se alzaba en tonos blancos y verdes, adornado con flores y plantas.

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El folleto destacaba que, en este año jubilar, la esperanza debía abrazarse de la mano de San Ramón y que todos podían acercarse al santuario con fe y gratitud.
Foto: D.D

 

A un costado de la iglesia se levantaba un pequeño santuario dedicado a San Ramón. Los fieles hacían fila para acercarse primero a las mesas de mármol y dejar por escrito sus pedidos y agradecimientos. Luego continuaban hasta la estatua del santo, de tamaño real y resguardada en una vitrina iluminada con luz fría. La figura parecía observarlos mientras se detenían a rezar, encendían velas, leían la oración, alzaban objetos e imágenes, y concluían con la señal de la cruz. “El gran significado es la vida, pero también es la esperanza. Las personas vienen con esperanza de poder engendrar vida, y en esa experiencia se refleja el sentido de la fiesta en honor a San Ramón”, explicó el Padre César, párroco del santuario.

Cada año se reciben más de mil intenciones escritas que luego se guardan en el archivo parroquial.
Foto: D.D

La homilía giró en torno a la esperanza, definida como “una semilla que se nos regala y que debemos cultivar”. El sacerdote pidió hacer memoria agradecida de la vida, confiar en que todo lo vivido dará fruto a su debido tiempo, y llevar a los pies de San Ramón los sueños y anhelos más íntimos. “Que así sea”, respondió la comunidad al unísono. Algunos hombres sostenían la panza de sus esposas, mujeres alzaban a sus bebés en brazos y varias personas se secaban las lágrimas en silencio.

Después de la homilía, se leyó el testimonio de Macarena y Ramón. Desde 2019 soñaban con formar una familia, hasta que recibieron la dolorosa noticia de que no podrían concebir. La desilusión parecía definitiva, hasta que en agosto de 2024, mientras él se sometía a una cirugía, ella descubrió que estaba embarazada. Con Ramiro en brazos, regresaron al santuario un año después, y la comunidad celebró su llegada con un emocionante aplauso. “Los estudios eran totalmente negativos. Nos habían dicho que éramos infértiles, que teníamos un 0% de posibilidades. Para nosotros es un milagro. Por eso, venimos todos los 31 a agradecer y a compartir nuestra historia”, contó Macarena emocionada.

Hacia el final, se realizó la bendición de objetos religiosos: estampitas, celulares con imágenes del santo, mamaderas y escarpines levantados al aire recibieron el agua bendita. La misa concluyó con una invitación a prolongar la celebración: un buffet comunitario y stands de recuerdos aguardaban a quienes quisieran quedarse.

En el gimnasio parroquial se realizan bendiciones personalizadas para quienes no pudieron acercarse al altar. Foto: D.D

La misma dinámica se repitió en todas las misas, aunque cada celebración tuvo bendiciones especiales, adaptadas a los participantes y a la intención de la ceremonia. 

En la primera misa, a las 9 y dedicada al barrio, recibieron la bendición las mujeres en el último mes de embarazo, acompañadas por sus parejas. Luego, las madres en etapas tempranas de gestación. Más tarde, entre llantos y abrazos, más de veinte personas pidieron la gracia de convertirse en padres. Finalmente, se acercaron quienes querían dar gracias, entre ellos Macarena y Ramón. Agustina, embarazada de ocho meses, contó: “Es la primera vez que vengo. Me trajo la mamá de mi pareja y me emocionó mucho la bendición. Le pedí a San Ramón que mi hija sea sana y feliz”. Otra futura mamá agregó: “En la iglesia me siento acompañada, porque comparto esta experiencia con otras mujeres que atraviesan lo mismo. Siempre pido también por ellas”.

Las familias recibieron escarpines tejidos por voluntarias del santuario.
Foto: D.D

En la misa de los mensajeros de la vida, celebrada a las 11, se bendijeron las imágenes de San Ramón que los fieles recibirían para llevar a sus hogares. Los Mensajeros de la Vida asumen la misión de permitir que la gracia de San Ramón llegue a más personas, y se comprometen a defender la vida. Toda la comunidad participó de la oración frente al altar, en donde se reconocía la importancia de ser testigos de la vida y se pedía al santo que interceda ante Dios por ellos y por quienes recibirán su bendición. “Encontré en esta pastoral un camino de esperanza frente a una cultura marcada por la muerte. La imagen de San Ramón visita los hogares y, en cada uno, deja un mensaje de fe y esperanza en la vida”, expresó Claudia, una de las últimas incorporadas a los mensajeros de la vida.

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El canal Crónica participó de la fiesta: repartió diarios con la imagen de San Ramón y entrevistó a familias en el santuario.
Foto: D.D

​A las 15, la misa dedicada a obstetras y parteras incluyó la bendición de los profesionales que intervienen en los nacimientos. Se pidió que sus manos continúen siendo instrumentos de cuidado, amor y sorpresa ante cada vida que llega. “Para mí, bendecir las manos es reconocer que hay algo superior que guía nuestro trabajo, y recordar que acompañamos a cada madre en su dolor y en su alegría”, expresó Marcela Portela, licenciada en Obstetricia y especialista en lactancia y crianza.

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El santuario ofrece talleres gratuitos de preparto, lactancia y asesoramiento para trámites de adopción.
Foto: D.D

En la misa de las 17, por las familias, la bendición se centró nuevamente en los mensajeros de la vida y en todas las personas presentes. Se los invitó, también, a mirar al altar, a rezar y a elevar sus objetos religiosos para recibir la gracia del santo.

La última misa, a las 19 y media y presidida por Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, se vivió con cercanía y alegría. García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires desde julio de 2023 tras su nombramiento por el papa Francisco, bromeó, pidió abrazos durante la paz y acompañó cada canto con palmas. “¡Viva San Ramón!”, exclamó con fuerza, y la multitud respondió al unísono con un “¡Viva!”. Durante la homilía, el obispo recordó que la esperanza consiste en confiar en las promesas de Dios y en valorar la vida en todas sus etapas. Las bendiciones llegaron a madres en distintos momentos de embarazo y a quienes buscan ser padres. La jornada terminó con un aplauso prolongado, que reunió a todos en un gesto compartido de gratitud y celebración de la vida.

Según el reparto de folletos, más de 4 mil familias participaron de la fiesta patronal de San Ramón.
Foto: D.D

Moreno, Giménez, Demonte y Di Meola

Universidad Austral - Comunicación Social (2025)

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